Tengo que empezar reconociendo que a mí me encanta volar y hacer volar. Esta afición por elevar a otros cuerpos o, en ocasiones muy contadas, a sentir el sabor atrevido de un vuelo, entiendo que no me inhabilita para defender que la Danza Contact Improvisación es algo más que suspender cuerpos en el aire. Sobre este tema reflexiono en ‘Todos los cuerpos bailan’.
En gran parte de los videos que vemos en redes sociales donde se publicitan talleres, formaciones, o festivales de CI, se ve a una pareja practicando ‘voladas’ espectaculares. Sin duda, son imágenes preciosas que tienen un gran poder de atracción hacia esta práctica. Pero, esta reiteración en ese modo de mostrar cómo bailar contact me lleva a la pregunta que titula este post: ¿Es necesario volar para bailar contact?
Si has estado alguna vez en una jam o en una clase de Contact Improvisación habrás comprobado que los vuelos son momentos excepcionales, y que suelen practicarlos personas que ya tienen una cierta experiencia en la práctica. Se trata de una maniobra asequible solo para quienes se han formado en una técnica que no se exige fuerza sino comprensión del uso de la estructura ósea, aprovechamiento de la inercia y escucha del ‘momentum’.
Esto no impide que una interpretación desenfocada de esta práctica lleve a algunos, mayoritariamente a hombres, a empeñarse en levantar cuerpos como si fueran fardos o cajas de frutas en un mercado de abastos. Precisamente, esta ‘obsesión’ por lo espectacular, por la pirueta, aleja a otras muchas personas que están empezando del contact. No son pocas quienes ven en estas maniobras físicas actos que distinguen a la “élite” del “pueblo llano”.
Cuando la acción de volar se convierte en reiterativa, se pueden llegar a olvidar las otras infinitas posibilidades que ofrece una experiencia somática que viaja desde la quietud a otros mil “paisajes de relación” donde el contacto se descubre a través de la escucha y la comunicación entre los cuerpos.
Termino de escribir este post y reconozco como, durante muchos años, yo fui una de esas personas obsesionadas por hacer volar. Con el paso del tiempo, aunque sigo implicándome en voladas, las uso con más mesura. Está claro que todavía me queda mucho por aprender.
Sobre este tema y otros muchos reflexiono en ‘Todos los cuerpos bailan: viaje por la Danza Contact Improvisación’. Lo puedes comprar aquí. Gracias